La noche del jueves el arte resonó más que nunca en las paredes de la galería Siluro Concept, en el barrio de Las Letras. Justo antes de iniciar su gira mundial, el violinista Paco Montalvo, considerado un genio de la música por los que saben -y por todo el que le escucha-, dio un concierto privado para Cooltural Plans. Aforo completo y expectación máxima, mientras disfrutábamos de un Maturana Tinta de la bodega Viña Ijalba, del cóctel de Quilicuá Catering y del diseño de Smartluxury.
Entonces bajaron las luces y la emoción se desbordó cuando el artista cordobés rompió el silencio por malagueñas. Le siguieron La tarara, Lágrimas Negras, A mi manera, Oriental… Montalvo, que ha tocado en los escenarios de todo el mundo, de Estados Unidos a Francia, y de México a Israel, es el violinista más joven en debutar en el Carnegie Hall de Nueva York, pero su revolución va mucho más allá: acompañado de Rafa Trenas a la guitarra y con Miguel Santiago a cargo de la percusión, renueva la música fusionando el violín con los sonidos del flamenco.
«El violín tiene alma; aunque no tenga letra, canta», dice el artista. Y vaya si canta. La pasión por ese instrumento le viene de lejos… ya lo oía estando en el vientre de su madre, cuenta, cuando tocaba su padre, también músico. Él es su maestro, aunque si un artista le inspira es Paco de Lucía, a quien el jueves rindió tributo interpretando las alegrías de La Barrosa. Hace unos años, siendo casi un niño todavía, Jesús Quintero entrevistó a Montalvo y dijo de él que «iba camino de la gloria». La otra noche, en Cooltural Plans, quedó claro que la gloria, Paco, la toca ya con los dedos.





