Manuel Pizarro en Cock

Un cocktail de champán. Eso fue lo que pidió Manuel Pizarro al llegar anoche al Bar Cock, la mítica coctelería madrileña junto a Gran Vía. Abierta desde 1921, si sus paredes de madera hablaran recordarían irrepetibles tertulias con Buñuel o Dalí; desvelarían encuentros con Eisenhower o el mismísimo John Wayne; sugerentes palabras al oído de Frank Sinatra a Ava Gardner, y largas noches con Francis Bacon regadas por algún que otro Dry martini de más…

Y es que tras las vidrieras del Cock, poetas, políticos y artistas han confesado -y olvidado- las alegrías y las penas del último siglo. Ayer tocaba satisfacer la sed de saber (y de pasarlo bien) de Cooltural Plans. Y Bloody marys y Gimlets aparte, nuestro excepcional invitado, no dejó a nadie indiferente con su análisis sobre la situación actual de España.

Si hay una idea clara -que hay cientos- en el discurso de Pizarro es “la importancia de la ejemplaridad”, no sólo por parte de los que mandan, sino de todo el mundo, hasta el último trabajador. “Como decían en Conversaciones en la catedral, de Mario Vargas Llosa, ¿cuándo se fastidió el Perú? Pues cuando la gente deja de tener principios y valores y de preocuparse por la cosa pública, para pensar sólo en sí mismo. Y cuando la sociedad deja de ser vigilante -continúa-. Pasa como en el Lazarillo de Tormes: si alguien come de dos en dos y el de al lado no se queja, será porque él está comiendo de tres en tres…”.

Otra referencia literaria le sirve para denunciar la falta de liderazgo brutal en Europa: “Estamos en manos de oficinistas. Es como el contable que aparece en El Principito, que no hacía más que contar y contar, pero no sabía el qué, ni para qué. Aquí estamos igual”. ¿Pero a quién votamos entonces?, preguntó alguna voz atrevida… “Al menos malo”. Piensa en el modelo de país que deseas: ¿Venezuela o Alemania? ¿EEUU o la URSS?…

Admirador de personalidades tenaces como Steve Jobs y figuras históricas como los conquistadores españoles -“que sin ser ilustrados tenían una fuerza tremenda”, Pizarro opina que “no hay viento favorable para el que no sabe dónde va“. Pero el que lo sabe acaba llegando siempre. “No es que yo valga mucho, es que la gente se despista. Tú vas a lo tuyo y cuando te das cuenta estás corriendo sólo”. Nos contó que siempre que ha tenido que tomar una decisión importante, acabó apostando por lo más difícil y afirmó que “la gente lista, en términos orteguianos, es la que sabe cambiar el yo en función de la circunstancia“.

Como le dice a sus hijos, “sólo se aburren los tontos”. Él se lo ha pasado muy bien siempre y ahora, dice, “tengo ya la melancolía de lo que no leeré, no veré, no haré…”. Citando Mi último suspiro, de Buñuel, entiende por qué el de Teruel decía que ya sólo le gustaba volver a los sitios que conocía. “Cuando estás de vuelta como yo, te recreas en las cosas que te gustan, como el niño que quiere que le cuenten el cuento de la misma forma una y otra vez“. Ahora disfruta cada día casi como si fuera el último, viendo los almendros de la Quinta de los Molinos o paseando por el Parque del Capricho, “el más bonito de Madrid”. Y releyendo libros de Goldsworthy, Zweig o Gibbon.

En un momento, casi sin darnos cuenta, el reloj superaba ya las diez de la noche; las copas ya vacías. “Me lo he pasado genial, pero me levanto a las cinco todos los días, así que me recojo como la Cenicienta”.

Escríbenos a
info@coolturalplans.com