Luis García Montero en Cooltural Plans

Cuando compartes unas cervezas con un poeta metido a político, puedes descubrir como nos contó Luis García Montero, que «de los poetas hay que desconfiar cuando te escriben una carta de amor» porque la poesía «no se escribe con el corazón caliente, sino con la cabeza fría». O enterarte, según le advirtieron a él, que «entrar en política es como meterse en un cubo lleno de cangrejos»…

Hace unos días conversamos en Cooltural Plans con este escritor, uno de los poetas españoles más brillantes, y ahora también candidato a IU por la Comunidad de Madrid. Fue en Malasaña, en el espacio clandestino de La Fiambrera, donde disfrutamos de las cervezas artesanales Marcenado y Jacometrezo, de Casimiro Mahou. Y nos encontramos con un narrador entretenido, un hombre que se expresa «con orgullo, que no soberbia», comprometido con la palabra –y comprometido con su palabra–, “un poeta cívico que habla con el lenguaje de la tribu”. Su última novela Alguien dice tu nombre nos sirvió de punto de partida: es una historia iniciática, de amor y de responsabilidad política en la España de los 60, cuyo protagonista, confesó, tiene dosis «de la biografía de mis amigos Joaquín Sabina y Miguel Ríos». Y una obra cuyo título hace referencia a la sugerente idea de que «lo que funda tu propia identidad es la manera en que los demás tienen de pronunciar tu nombre»…

García Montero asocia la escritura a un hecho hospitalario: «cuando leemos, acabamos descubriendo nuestro propio rostro al ponernos en el lugar del otro. Cuando alguien lea un poema mío, yo quiero que piense en su novia, no en la mía, que eso no trae mucha cuenta…», se ríe. La poesía no es un desahogo propio; de ahí la importancia de dejar huecos para la experiencia amorosa del otro.

En su boca, poesía y política no parecen versos disonantes. «La locura que he cometido tiene más que ver con el compromiso que un muchacho como León -el protagonista de su novela- asumió en la universidad en los años 70, que por el convencimiento de que los intelectuales vayamos a cambiar nada. Esto sólo lo cambiamos entre todos». Preguntado entonces por ese nuevo grito de guerra de ¡los poetas al poder!, contesta que «como todo es tan técnico y todo se justifica con cifras, no está mal recordar que hay también valores y poner un poco de poesía junto a los números «. Hasta ahora, cuando se levantaba, su mujer, Almudena Grandes, le preguntaba: ¿Hoy de qué te visto, de catedrático o de poeta? «Son territorios distintos», asegura, que no hay que confundir. «Ahora me dirá, ¿de político o… de político?». Porque Montero lo tiene claro. «Durante los próximos cuatro años, no quiero ser el diputado de izquierdas que escribe». Mientras tanto, menos mal, nos quedará el eco de los versos que nos recitó en el encuentro.

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