Joan Fontcuberta: La furia de las imágenes

[singlepic id=323 w= h= float=none]No todos los días tiene uno la oportunidad de conocer a un genio. Y menos aún de tomarse el aperitivo con él un sábado cualquiera en el Rastro de Madrid. El fotógrafo Joan Fontcuberta, a quien llaman el mago de la imagen, protagonizó el último Cooltural Plan en la galería The Makers. Fuera llovía a cántaros; dentro, Fontcuberta empezó a hablar de otra lluvia, la de imágenes, de la nueva era digital, que compara con la instalación de agua corriente en las casas. El resultado es que «hoy tenemos un grifo abierto de imágenes». Es uno de los artistas españoles más reconocidos internacionalmente. Ganador del Premio Hasselblad, considerado el Nobel de la disciplina, es también Premio Nacional de Fotografía y Premio Nacional de Ensayo. Y esta combinación se le nota en su discurso: acaba de publicar La furia de las imágenes (Galaxia Gutemberg) y en ella retrata brillantemente la nueva era surgida tras la revolución digital: la postfotografía.
En medio de este estallido de imágenes, empezamos a cuestionarnos todo… ¿Esta masificación es una amenaza para el fotógrafo?, le preguntan para abrir fuego. Él opina que es una oportunidad. «La revolución digital es como el impacto del meteorito que acabó con los dinosaurios. Hoy hay muchos fotografosaurios que no quieren darse cuenta de que el clima, la vegetación, nuestro hábitat, están cambiando. Es normal tener miedo, pero tenemos que adaptarnos». Eso no quiere decir que la fotografía analógica vaya a desaparecer del todo. Pero «pudiendo ir de Madrid a Barcelona en AVE, no vas a ir a caballo…», señaló. En el método tradicional prevalecerá la experiencia más que el resultado. Él mismo añora la mística del cuarto oscuro y el revelado: «Te daba un tempo de trabajo, una reflexión, una espera que te permitía poner distancia con el trabajo que habías hecho».
Ahora, con millones de personas disparando a diestro y siniestro, con internet y las redes sociales en plena ebullición… ¿dónde está el valor de la imagen? Fontcuberta hace referencia a que las primeras imágenes las produjeron en las cavernas sacerdotes y chamanes, que eran venerados en la tribu. Milenios después, ese papel se adjudicó a los artistas, que pertenecían a una elite. En el siglo XIX, aparece la cámara fotográfica y son profesionales con habilidades técnicas los que se encargan de plasmar la realidad. La invención de la Kodak permite a todo el mundo hacer fotos con un clic, pero el proceso aún tiene un coste. Eso nos lleva hasta hoy. «En la actualidad, los teléfonos móviles han dado paso al homo fotográficus. Sin destreza ni educación visual y sin coste, todos podemos hacer fotos y borrarlas tantas veces como queramos hasta estar satisfechos con el resultado». Por eso, el valor de la imagen está «en el concepto, en la idea que pones tras ella». Si es que no hace falta ni capturar la instatánea, ya están todas hechas, explica. De ahí, que tantos artistas trabajen en base a la apropiación o, como él dice, la adopción. Hay tantas imágenes disponibles que en el acto de selección das sentido a una nueva obra.
¿Qué es un fotógrafo hoy en día entonces? «Es el que piensa la fotografía», afirma. ¿Y la relación entre la fotografía y el arte? El arte viene definido por una intención y la fotografía por un procedimiento, pero hay intersecciones. Para que una imagen sea artística tiene que haber esa voluntad -ya luego se verá si el resultado vale o no la pena-. Y tiene que haber un público, si no la obra no tiene sentido. «Hay que quitar peso al autor para dárselo al público. El que mira también tiene responsabilidad creativa; es co-creador», sostiene. Si con toda esta vorágine, podemos distinguir buenas y malas fotografías, le parece un dilema caduco. «Lo que hay son buenos y malos usos de las fotografías. Depende de cómo la utilicemos, en qué contexto y para qué tendrá un buen sentido o no».
Termina nuestra conversación y los homos fotográficus que había entre los asistentes -nos incluimos, por supuesto-, salen a la luz. Más de uno quiere hacerse una foto con Joan Fontcuberta. Él sonríe al flash. Ya lo ha dicho antes, hay que adaptarse…

Con la colaboración especial de Dehesa El Milagro y Cervezas La Cibeles.
Agrademientos: Auara

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