Pablo D’Ors: El maestro del silencio en Cooltural Plans

Pablo D´ors no mueve montañas aun, pero casi… En los últimos años ha conocido al éxito de cerca. Su Biografía del silencio ha sido uno de los fenómenos editoriales de los últimos tiempos. Y a través de Los Amigos del Desierto (red de meditadores) ha conseguido que mucha gente vea en él al guía espiritual que anhelaban sin saberlo. Nuestra cita con él tuvo lugar en la Galería Proyecto H Contemporaneo y, como era de esperar, no cabía un alfiler.

Pablo, antes que la vocación sacerdotal, sintió la llamada de la literatura. Su deseo de ser escritor ha sido una constante durante toda su vida. Acaba de publicar Entusiasmo, una novela de “autoficción” que se parece sospechosamente a la historia de su vida.

Tras el gintonic de bienvenida y los  efusivos reencuentros con los habituales, toma la palabra y, ya sí, se hace el silencio.

Nos cuenta que fue leyendo Tentación (de Janos Szekely) que concibió la idea de escribir esta novela,  y aclara que “la literatura nace de la literatura no de la vida. Es leyendo que vienen las ganas de escribir”. Entusiasmo está planteado como un diálogo con Tentación, pues para el sacerdote este libro tiene las tres virtudes que él intenta imprimir en un narrador: claridad, plasticidad y vivacidad.

La claridad es, para él, clave en la literatura. Considera fundamental que el lector sepa en todo momento dónde está, qué esta leyendo, qué es lo que pasa. Asegura, entre risas, que hay libros que le parecen tan difíciles que los considera un insulto a su inteligencia. Quiere que sus libros sean claros.  Porque para él: “ Lo complejo alimenta la mente, pero lo sencillo alimenta el alma. Y creo que la literatura debe alimentar el alma, no la cabeza; para la cabeza está el ensayo (el pensamiento), la filosofía, otras cosas…”.

En cuanto a la plasticidad, destaca la importancia de ver imágenes en cada página. “No se escriben novelas para transmitir ideas, sino imágenes, sensaciones… Las novelas clásicas como Madame Bovary o las de Dovstoiesky no son ideológicas, lo que crean es una atmósfera, un mundo”.

D’ors sostiene que la escritura es un trabajo manual no mental. “Con ello quiero decir que es la mano (que es mucho más inteligente que tú), la que te cuenta lo que tú tienes que contar. No tengo una idea y la escribo. Sino que escribo y me encuentro la idea. La escritura es realización, no simplemente comunicación”.

Hace un alegato en favor de las imágenes, de la imaginación. Es consciente de que es una provocación sostener que hemos heredado una cultura que sobrevalora la reflexión y que, sin embargo, infravalora la imaginación.  Pero para él la imaginación es una forma de acceso a la realidad tan válido y tan profundo como la reflexión. Nos recuerda que la imaginación es la suma del recuerdo y la fantasía; recuerdos de cosas que has vivido o sentido y que mezclas con fantasía.

Muchas personas le han preguntado si el libro es autobiográfico. Y él siempre responde que no. Que es autoficticio. Se escuchan las risas. Pero nos aclara que prácticamente nada de lo contado en este libro le ha sucedido tal cual está contado. Todas las cosas que le pasan al protagonista tienen mucho que ver con cosas que él ha pensado o sentido, pues entiende que la novela trata de contar el mundo interior, no el exterior (que para eso está ya la historia).

Y finalmente nos habla sobre la tercera de las virtudes que desea estén presentes en sus novelas: la vivacidad. “ Una novela es una condensación de la vida. Y cuando es una gran novela, es mejor que la vida. Porque es la vida comprimida. Tengo la impresión de que lo que yo cuento en este libro es mucho más verdad que lo que realmente me sucedió. Esa transmisión de vida es fundamental para el novelista y el lector de novelas.

Pablo D´ors entiende la novela como una exploración en el territorio de la identidad con egos imaginarios. Cree que el tema de la novela es siempre la identidad. La épica del individuo. Entendiendo al individuo como aquel que busca su “yo”. En la novela siempre late un yo. Siempre tengo la impresión de que leemos novelas los que estamos interesados en saber quienes somos. Buscamos espejos para identificarnos ya sea por afinidad o contraste.  Y esa es la fascinación de la literatura.

Considera que la misión del novelista no es solo contar o relatar su ego, porque según él, el propio ego no tiene demasiado interés. Que lo que tiene que procurar un escritor es aflorar no su ego sino su yo profundo.  Es solo cuando se consigue tal misión que se produce el milagro: que se genere una complicidad con muchos lectores. Que sientan que en esa novela está lo que piensan, sienten….y por eso, concluye diciendo, “Lo difícil no es escribir lo difícil es ser uno mismo. Si uno es uno mismo y escribe a lo mejor lo que escribe puede tener cierto interés”.

Por eso piensa que la escritura está profundamente ligada a la espiritualidad. Que es de cierta forma un ejercicio espiritual, de conocimiento. Pero nos advierte que para llegar a ese yo profundo hace falta purificar la mirada, el oído, el corazón. Y confiesa: Por eso estas vocaciones  mías, y yo creo que de todo el mundo, -la vocación de la palabra y la del silencio- están profundamente hermanadas”.

Volvemos a hablar de su Entusiasmo y nos aclara que se titula así porque cree que es el entusiasmo lo que más falta hace en la sociedad actual. Y porque, además, es uno de los rasgos que más le definen como persona (damos fé), aunque él se ve como un entusiasta melancólico. “En la vida no siempre estás en la cima, también hay valles que a veces son igual de interesantes o más“, explica.

Entusiasmo significa estar poseído por los dioses. El entusiasta se siente habitado. De eso habla este libro, de la historia de un joven que siente que está habitado, por una fuerza, que le llama, le impera a entregar su vida. Yo tuve esa experiencia como la tiene el protagonista, vives con una gran creatividad (lo que tienes dentro pide salir fuera), pero para ello tienes que saber qué dice lo que está dentro. Por eso yo suelo decir que el entusiasmo es la consecuencia del silencio. Que solamente llegan a ser entusiastas los que han entrado al interior de sí mismos. El entusiasmo es la exteriorización, la puesta en escena del deseo interior, y que estamos llamados a descubrir.  En ese exteriorizar, necesariamente eres creativo. Es la prueba de que estás habitado, de que tienes alma. Sólo los entusiastas son capaces de contagiar, de transmitir, de fecundar a otros”.  

Aunque nos dice que la virtud más esencial del verdadero entusiasta, y también del verdadero artista, es la humildad. Pues esa fuerza que uno lleva dentro no es realmente suya. No cabe enorgullecerse de ella. Es un regalo, insiste. “Todos los que nos dedicamos de manera intensiva a crear, hemos vivido la experiencia de estar poseídos por la musa, por el espíritu, o como queramos llamarlo. Y en la manera que lo reconoces te das cuenta de que estás siendo un canal, un portavoz. Y esto es maravilloso. Es lo que te da el coraje para presentarte ante cualquier público para presentar un libro, no estás haciendo propaganda de ti mismo sino de algo más grande que tú que te ha utilizado como medio para transmitir“.

Y acaba reconociendo, con humildad, que no cree que Entusiasmo, su libro, sea tan bueno como Tentación. Pero siente que se acerca. “Leo estas páginas y siento que hay claridad, plasticidad, vivacidad, transmisión de vida. Me hace feliz. Y por eso espero que algo del entusiasmo con el que lo he escrito se contagie a los lectores”.

Gracias Pablo, por tu entusiasmo,  por alumbrarnos a través la palabra y guiarnos en el silencio. Eso sí que es un regalo.

Agradecimientos especiales a Galería Proyecto H Contemporáneo,  Gin Gold 999.9,  WeekendDesk ( Veronica Valdenebro fue la ganadora de uno de sus fantásticos viajes) y a Galaxia Gutenberg.

Fotos: Casilda Saldaña.

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