Una copa con Borja Sémper

La campaña electoral a las Generales ya acabó pero aún resuenan los ecos de titulares cargados de ocurrencias efímeras, promesas imposibles e insultos cruzados en las portadas de los medios y  redes sociales. En Cooltural Plans hicimos un ejercicio de resistencia. Queríamos charlar de “tú a tú” con un político de primera línea alejado de la crispación y de este ruido ensordecedor que parece contaminarlo todo. Alguien con quien te irías a tomar una copa, como una vez le definió Carlos Boyero. Nos costó, pero lo encontramos. En el salón del Gran Hotel Inglés, donde citamos a nuestro invitado, no cabía un alfiler, nadie quiso perder la oportunidad de hablar de política con Borja Sémper, presidente del PP de Guipúzcoa y actual candidato a la alcaldía de San Sebastián, al que muchos ya conocen como el “verso suelto del PP”.

Sémper nunca ha ocultado su incomodidad con el acercamiento de su partido a Vox durante la campaña de las nacionales, pero no es  la única cuestión sobre la que parece tener una voz discordante. Cuando le preguntamos sobre sus diferencias con la línea actual del partido nos dice que no milita en una secta homogénea, y que aunque no es tan ingenuo para saber que a veces “puede tocar las narices”, cree que tener la oportunidad de generar debates internos, matizando posturas, es la única forma de evolucionar y avanzar.

Pero empezamos por el principio, preguntándole qué llevó a un chaval de 19 años (hace 20 años) a meterse en política en el País Vasco. Empezó como concejal de Irún en los años más oscuros de la banda terrorista. “No había nadie que quisiera ser concejal allí ni en el País Vasco. La edad te permite hacer algunas locuras, no tienes cargas familiares ni una perspectiva muy larga del tiempo. Te permite jugarte el tipo, en unos tiempos en los que ser del Partido Popular, o del Partido Socialista, en Euskadi te podía costar la vida o al menos que te la amargaran”.

Se vio deslumbrado por la figura de Gregorio Ordoñez, y eso fue lo que definitivamente le empujó a dar el paso. Ordoñez era un político que ya entonces, según Semper, representaba algunas de las virtudes que tanto se precian hoy en la nueva política.  “Hablaba con valentía, sin filtros”. Y continúa: “Era extraordinariamente libre y rompedor y actual, ya entonces, porque decía que su responsabilidad como concejal era dar respuesta a los ciudadanos independientemente de a quién hubieran votado (PP, PNV, PSOE o Herri Batasuna de entonces). Eso ahora sería un discurso revolucionario porque si hoy algún político quiere tratar por igual a cualquier ciudadano independientemente de a quien hayan votado parece que es un moñas o un blandengue. Vivimos en un momento político que solo la ortodoxia y solo la radicalidad en tus mensajes y en tu postura te convierte en alguien interesante. Para los medios de comunicación, pero también para el votante objetivo”.

¿Y qué te haría abandonar la política?, le preguntamos. Adopta un gesto serio, dejando su habitual tono amistoso. “Me lo he planteado muchas veces. Dejaré la política si el clima que creo que está empezando a instaurarse peligrosamente en España se instala definitivamente. Donde los diferentes no somos capaces de encontrar puntos de encuentro o en el que quienes militamos en partidos distintos somos enemigos y no adversarios. Esta tuiterización de la política de trazo grueso, de frases cortas e hirientes, de mensajes absolutos… si todo esto se instala definitivamente no pintaré nada. No sabré qué hacer. Creo que la crispación puede llevar a un resultado a corto plazo óptimo, pero de ahí poco edificante puedes sacar y desde luego no puedes sacar nada a futuro”.

Hace unas semanas el propio Sémper, candidato a la alcaldía por San Sebastián, fue objeto noticiable por un video de campaña en el que no se incluían las siglas del PP. Le preguntamos el porqué de esa exclusión y nos explica que cree que las elecciones municipales hay que intentar preservarlas de ese ruido ensordecedor que recorren las televisiones, radios o periódicos que solo transmiten crispación o distensión. “Al final lo que estás hablando es de aparcamientos, de proyectos urbanísticos, de un modelo de ciudad de una estrategia a futuro pero no estás hablando de Torra, de Puigdemont o si Sánchez o Casado han dicho no sé cuantos”.

Preguntado sobre el nivel de los políticos actuales, contesta primero “como ciudadano”: “Yo estoy en un momento en el que reclamo que la política y su ejercicio sea más edificante. Me cuesta ver proyectos ilusionantes, o debates en los que los políticos suelten algo más allá de un eslogan. Echo en falta un discurso sobre lo que nos une y sobre lo que podemos construir. Los partidos políticos no están llamados a levantar trincheras o muros porque si no entendemos la política como un ejercicio de generosidad y de renuncia difícilmente podremos avanzar y convivir. España ahora mismo transita por una dirección en la que esto parece imposible”. En su opinión, además, “hemos vaciado de contenido la ideología política”.

¿Ha irrumpido el Trumpismo en la política española de mano de Vox?, le preguntamos. “Una ola oscura recorre Europa y también ha llegado a España. Italia es un ejemplo paradigmático, o el Reino Unido con el Brexit. Este trumpismo o como se quiera llamar, lo que hace es responder a las claves tradicionales que identifican a un partido populista. Vox propone levantar muros en Melilla y en Ceuta. Es un discurso de Trump. Se cuestiona que exista el machismo en España o que haya mujeres asesinadas, por el hecho de ser mujeres, a mano de los hombres. Se rompen los consensos a los que habíamos llegado en torno a este drama. Todo esto ha contaminado el modelo de los partidos tradicionales, que intentan luchar contra las urgencias electorales para dar respuesta a algo, a un fenómeno que no sabemos cómo parar o reaccionar. Yo he tenido problemas dentro de mi partido, porque creo que hay que confrontar ideológicamente con Vox, con Podemos es una obviedad, hay que hacer un planteamiento de fondo sobre un partido que representa la antítesis de lo que creo representar para España. El problema no es que no coincidamos en 100 propuestas que presente Vox, seguro que en algo coincidimos, el problema no es en lo que coincides, es en lo que discrepas. Es en esa actitud que se aleja de los valores constitucionales. 

Para ser español hay que ser español de una manera, si no eres menos español. Y esto a mí me suena a lo que he vivido en el País Vasco. Nuestra constitución lo que consagra es la libertad de cada español de sentirse como quiera, rezar, o besar o votar a quien le da la gana sin que eso le convierta en menos español o menos ciudadano. La España de la ciudadanía, la España que consagra la CE, la España de la concordia, del entendimiento, de la alternancia y la discusión está seriamente amenazada si estos partidos de corte populista-reaccionario llegan a tener poder en este país. Nuestras instituciones son sólidas pero no son inquebrantables, nuestro modelo constitucional es firme y fuerte pero perfectamente puede ser destruido. Y esto nos debería de preocupar a todos, independientemente de ópensemos, porque es un modelo de éxito. Y de convivencia. Unos cuarenta años de desarrollo en todos los parámetros lo avalan, más allá de los fallos que hay que corregir, es un modelo que nos permite hoy hablar de libertad”.

Charlamos con Borja sobre el surgimiento de los populismos, le preguntamos su opinión sobre el escenario actual.  Nos dice que nos encontramos en la primera gran resaca de la globalización. Hemos pasado de un escenario de certezas a uno plagado de incertidumbres de todo orden: laboral, identitarias, económicas, de gobernanza… Que ese es un escenario muy atractivo para el populista que aprovecha el miedo que legítima y razonablemente tiene la gente. Cree que la clave es la respuesta que damos a ese miedo. Nos pone de ejemplo el discurso y la postura de Angela Merkel en 2015 ante la crisis de refugiados. “Merkel vino a apelar a la responsabilidad del pueblo alemán, a decirle a los alemanes que debían dar respuesta a esa crisis porque los haría mejores. Les convertiría en un país mejor… en mejores ciudadanos. El discurso no iba de levantar muros en los límites de Alemania. El liderazgo, la capacidad de analizar la situación, dar respuesta a los miedos no fue alentarlos sino alimentar la épica de la democracia, de la humanidad y de ser mejores. Y esta es la respuesta que a mi juicio hay que dar a este tipo de fenómenos que van a seguir sucediendo”.

 

Esta reflexión nos deja una idea muy clara del tipo de político que es Borja Sémper. Uno, desafortunadamente, no muy común en el panorama actual. Entre el público siguieron sucediéndose las preguntas, las risas… y sobre todo las insinuaciones, no tan sutiles, de que optase por la política nacional. La conversación se prolongó más de lo habitual, y casi se nos hace imposible reproducir todas las reflexiones tan lúcidas, necesarias y consoladoras que nos regaló. Entre muchas preguntas sobre política, una sobre su condición de poeta le hizo ruborizarse, porque siempre se siente “un farsante” cuando le llaman poeta. Pero no es ningún farsante. Cualquiera puede en Instagram leer sus versos y acercarse más a la persona que hay detrás del político. “Tengo mi corazoncito y me pasan cosas, en un momento dado escribir me ayudó”. Ojalá lo siga haciendo. También esperamos que nuestro invitado no abandone la política y no nos deje huérfanos en este mundo tuiterizado  a los que buscamos referentes políticos que apuesten por la convivencia cívica, por tender puentes, por la moderación. Le deseamos mucha suerte en la batalla por la alcaldía de su ciudad. Quizá haga falta más poesía y menos siglas en la política.

 

Agradecimientos: Gran Hotel Inglés (Calle Echegaray, 8. Madrid) y La mejor empanada gallega.

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