10 COSAS QUE APRENDIMOS CON DAVID JIMÉNEZ EN COOLTURAL PLANS

Nos citamos con el periodista David Jiménez en el maravilloso Hotel Hyatt Centric, un cinco estrellas en plena Gran Vía de Madrid. David acaba de publicar “El corresponsal” (Planeta, 2022), inspirada en los hechos que vivió cubriendo La revolución del azafrán en Birmania. Con ese punto de partida, charlamos sobre la figura del corresponsal, sobre periodismo y mucho más. Estas son 10 cosas que aprendimos con David Jiménez y que nos gustaría compartir contigo:

1/

Cuando le anunció a su padre que iba a dedicarse al periodismo, éste le dijo que era una profesión de golfos y embusteros. Pero eso no le paró. “Con 18 años, que alguien te diga que una profesión es de golfos es una invitación para ir directo -confiesa-. Yo creo que es una profesión muy bonita. Es verdad que hay granujas y golfos. En El corresponsal hay algunos que hacen cosas que os sorprenderán. Pero también es una profesión idealista, llena de gente capaz de irse a lugares lejanos y olvidados a jugarse la vida por contar historias que muchas veces no nos importan, y que ellos creen que tienen que importarnos. Y hacen el esfuerzo y se están jugando la vida, como ahora en Ucrania” .

2/

El corresponsal es un homenaje a un oficio que desgraciadamente ha ido desapareciendo, porque yo tuve el privilegio y la suerte de vivir el mundo de los corresponsales como era antes, con toda su aventura, con todo su riesgo, que también lo tenía, pero de una manera muy bonita”.

3/

Ha dedicado este libro a Ricardo Ortega (compañero corresponsal asesinado en Haití), con quien cubrió la guerra de Afganistán, y a todos los compañeros que no han regresado de coberturas.

4/

Sobre los chavales que están ahora en Ucrania… “Normalmente uno ve a los que trabajan para TVE y grandes medios, pero eso no es la norma entre el centenar de españoles que hay ahora mismo allí. Son jóvenes en precario. A muchos se les ha ofrecido cantidades ridículas por hacer su trabajo y por jugarse la vida. A algunos incluso, y esto es increíble, les han dicho no te voy a pagar dinero, te voy a pagar en visibilidad”.

5/

Sobre sus inicios en el diario El Mundo y cómo surgió la corresponsalía en Asía: “En la sala de teletipos había un gran mapa del mundo. Un día me vi mirando el mapa para ver dónde el periódico no tenía un corresponsal. EEUU estaba cubierto, Europa, Oriente Medio, hasta en África, había gente en todos lados, y de repente me fui yendo al extremo Oriente. Aquí no hay nadie, me dije. Me metí en el despacho de Pedro J., que debió pensar ¿quién es este?, y le dije que quería ser corresponsal. Bueno, y ¿dónde quieres ir?, me preguntó. El único sitio donde no hay nadie es Asia. ¿Tú has estado alguna vez en Asia? Dije que no. ¿Sabes algo de Asia? Nada. Me dijo: vete 6 meses y probamos. Sin saber ni él ni yo que iba a volver 18 años después para ocupar su puesto”.

6/

La decisión de entrar en el despacho de Pedro J. fue la mejor de mi vida profesional porque eso me permitió vivir el lado romántico y aventurero de la profesión de corresponsal. Dejé de cubrir atascos de tráfico y ruedas de prensa aburridísimas y pasé a cubrir revoluciones, desastres naturales, guerras, conflictos… la transformación brutal que estaba viviendo Asia. Fue toda una aventura que he querido transmitir en el El corresponsal”.

7/

“En mi experiencia en Birmania, en concreto la Revuelta del Azafrán (2007), yo fui como un joven reportero, como Miguel  Bravo (el protagonista de El corresponsal). Llegué allí, me contagie enseguida del espíritu, del grito de libertad de la gente en las calles. Me costaba mucho diferenciar entre el periodista y un manifestante más. Porque a mí no me habían perseguido los grises, era demasiado joven en el franquismo, con lo cual aquello era muy emocionante pero, desgraciadamente y sin querer hacer mucho spoiler, aquello acabó en un terrible drama”.

8/

“Los soldados atravesaron la avenida con sus camiones, se bajaron y empezaron a disparar a gente desarmada. Gente (monjes budistas en su mayoría) que lo más violento que yo les había visto hacer era cantar y rezar, que cuando acababa un día de manifestación recogía los desperdicios y lo dejaba todo impecable. Ese grado de civismo. Y a pesar de eso, el ejército birmano masacró a toda esa gente. Al principio pensé que eran balas de fogueo, pero enseguida me di cuenta de que era real. Esa experiencia me marcó mucho, hay varias experiencias que me han marcado, pero esa es una de las que más. Como dice Daniel Vinton, el veterano corresponsal en la novela, el reportero de guerra no regresa del todo del lugar donde ha conocido la verdad de los hombres. Y es lo que me pasó a mí, porque una parte de ese David Jiménez se quedó en Birmania”.

9/

“Cuando, de repente, empezaron a decir que los corresponsales éramos muy caros, que a la gente no le interesa, que no hacía falta ir a esos lugares, muchos decidieron -por ejemplo, las televisiones- que era más barato y rentable juntar a cuatro periodistas -dos de derechas, dos de izquierdas-, pagarles un dinero para que cubran un espacio de dos horas. Yo creo que no había necesidad de dar ese giro, los grandes diarios del mundo, como el New York Times o el  Financial Times, cuando llegó la crisis, apostaron por más periodismo y más corresponsalías y hoy tienen 9 millones de suscriptores digitales y viven el mejor momento de su historia”.

10/

Sobre su paso como director: “Yo no estaba preparado para ser director de El Mundo cuando me escogieron, eso es evidente, porque no tenía ninguna experiencia, no conocía la redacción; no es lo mismo estar de reportero y mandar tu crónica a tiempo por muchas dificultades que pases que gestionar un equipo tan grande. Pero eso estaba previsto en las conversaciones que yo tuve para aceptar el cargo, que iba a necesitar un periodo de prueba de aprendizaje, de conocer a la gente y demás. El problema fue que, aparte de todo eso, empezaron a intentar decirme cómo hacer el periódico. Yo aceptaba que no estaba preparado en la gestión lo suficiente y que necesitaba apoyarme en un equipo, ir aprendiendo. Pero sí sabía algo de periodismo y de lo que es verdad y lo que no es verdad. Y lo que no estaba dispuesto era a ceder el control editorial del periódico”.

Gracias a Descorchify, nuestro partner gastro, por hacernos disfrutar de sus vinos. Y al Hyatt Centric por hacernos sentir como en casa.

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