DIEZ COSAS QUE APRENDIMOS CON ALEJANDRO SIMÓN PARTAL

10 cosas que aprendimos en Cooltural Plans con Alejandro Simón Partal, escritor y poeta. Charlamos con él tras la publicación de su primera novela «La Parcela» (Caballo de Troya» en Vinology Wine.

1/

“Mi vocación poética nace de la inseguridad y de la necesidad de encontrar espacios de entendimiento, de comunicación, de diálogo con el mundo, y lo que más trabaja ese extremo es la literatura y la música”.

2/

Pero fue aún más concreto y nos contó que su vocación poética tiene que ver con una biografía de David Bowie que leyó a los 15 años y otra del poeta Luis Cernuda. “En ellas encontré caminos que eran mucho más sofisticados y emocionantes que los de mi propia vida. La vocación es encontrar la voz interior, que está compuesta de otras voces, de lecturas anteriores; la mía está compuesta por voces como ésas”. 

3/

Sobre esa moda de la autoficción… “Escribir siempre es un ejercicio de autobiografía. Volcamos nuestro sufrimiento, nuestras alegrías, nuestros ajustes… Escribimos porque tenemos problemas y estos se resuelven en el ejercicio de la escritura, o al menos yo lo entiendo así”.

4/

“La parcela es una historia de amor radical entre dos personas. Ser esclavos en el amor es una cosa muy peligrosa, pero no tenemos que pensarlo todo en términos sexuales -vivimos un momento histórico de hipersexualización-. Despojarnos de esa importancia nos hace soberanos, la sumisión no significa que uno tenga que obedecer al maltrato. No es solamente eso, es simplemente dejar espacio, dar un paso atrás y no ser insaciables todo el tiempo”.

5/

Tras la muerte de su padre, Pablo D’Ors le ayudó a superar el duelo: “Hay autores que nos amparan. Leyendo sus textos, sobre todo un libro que se llama Sendino se muere, aprendí esa noción de la muerte como una entrega y no un arrebato, es decir, entregar la vida y no que te la arrebaten. Pablo D’Ors me ayudó a través de sus libros y de su amistad a superar ese momento complicado”.

6/

Sostiene que la enfermedad te da libertad… “Mi padre estuvo enfermo siete años hasta que se murió, pero nunca estuvo impedido. Cuando aceptas la enfermedad, te libras de las pamplinas de la vida. Nos hace poner el foco. No significa que morirse sea una gozada; es una putada grandísima, pero cuando uno vive en ese límite, se da cuenta de lo bien que se ve desde los bordes de la vida: desde ahí se ve el horizonte mucho mejor que desde el sofá. La enfermedad te da libertad porque aligera el equipaje y te posiciona de cara a la vida. Anque es un ejercicio muy complicado”.

7/

Sobre la fe, tan presente en su obra… “La fe es crear un pequeño fuego en el que calentar las manos y pensar que lo injusto no va a ser la última palabra. Da igual la religión, lo importante es lo que esa religión hace con uno. Que exista Dios o no es lo de menos. Lo importante es qué hacemos aquí y qué relación tenemos entre los celestial y lo terrenal.  Vivimos de espaldas a esa unión. Reparar esa relación entre nuestro espíritu y nuestra cotidianidad nos hace una vida más o menos más amable”.

8/

¿Sus referentes? Además de Bowie, Cernuda o María Zambrano… “Son las personas que me rodean, a las que quiero y de las que aprendo continuamente. Casi todas las historias de La parcela vienen de aventuras que les han pasado a mis amigos, como la de la sauna o de la rave. Son historias que yo no he vivido, pero que he robado de anécdotas, duelos o rupturas de amigos”.

9/

Aunque escribe con música de fondo, el cine tuvo mucha más importancia al crear esta novela: “Vi algunas películas, como La noche, la primera de Gus Van Sant, de manera compulsiva durante mucho tiempo”.  

10/

“La música es la elevación de la poesía. Cuando estoy roto, me sanan más las canciones que los poemas”.

Y 3 extras: 

Un restaurante: El asador Sagasti, en Madrid y, El Pescador, en Estepona (donde vive).Una canción: Manuel, de Ricardo Lezón.

El último libro que has regalado: La anguila, de Paula Bonet, a mi madre. También regalé el Sola, de Carlota Gurt a una persona en el aeropuerto que me avisó que me habían cambiado la puerta de embarque…

Gracia a Vinology Wine (Conde de Aranda, 11. Madrid) por acogernos. 

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